Para iniciar, para saludar, para abrir este espacio ajeno y pequeño, para darme una bienvenida, para despitar un poco a quienes nos observan, dejaré a un costado de la cama, más especificamente dentro del cajón del desvencijado velador, todo lo que se pueda conseguir de información de contingencia, información que por lo demás la mayoria conoce.
Se guarece de la lavia escrita entonces, la cumbre iberoameracana de jefes de estado. Se acurruca el transantiago, el alto ipc, los resultados (ja) de la encuesta adimark, el manoseo reciproco de la alianza con la concertación y vice versa, la pildorita (la pildoriii...ta!). Se hace de un sueñito, la cabeza de Bielsa, la derecha de villita, el chicle de Valdivia. Dejamos bajo las tapas las venidas de Björk, Calamaro, Serrat y Sabina, la feria internacional del libro de Santiago, la feria del libro usado de Valparaíso -ahí si que hay literatura-. La mirada se hace la loca con los combos a la Carla Ballero o el bailoteo de contratos para la fiera vip, en fin todo lo que, según todos, desde distintos ojos y lamentos, encontramos re-elevante y/o/u importante va -por el momento- a dormir un siesta, para así dar el descanso bostezante a los lectores.
Para hoy el tema será la diversión, más especificamente la diversión universitaria, más aún particular, focalizaremos la diversión de los futuros profesionales a lo que de ordinario llaman Peñas.
Estas reuniones de pre-jovenesadultos, se realizan cotidiamente en las diferentes instituciones de la educación superior (también, a veces, llamadas universidades o claro malamente llamadas así). Ofrecidas en primer orden por los preocupados dirigentes de los centros de estudiantes de distintas carreras, que ven en su realización la salvaguarda para reunir fondos pro alguna cosa que les falte para enriquecer sus escualidas carreras, siempre faltas de recursos en infraestructuras mínimas o para algún congresillo infame a realizar o para hacer la plata del petroleo para el micro que los llevará a un paseo a la costa más cercana, paseo que demás esta decir, estará regado por garrafas que teñiran rojas las caras, los labios, la ropa y todo lo demas de los preocupados estudiantes, siempre fumados para saber de que se están tiñiendo. En segundo orden estas particulares fiestas son organizadas por los infaltables grupos politiqueros izquierdosillos revolucionarios latinoamericanistas solidarios liberadores de turno, en esta segunda instancia a la combinacion de pilsen/vino navegado, se le unen el combo carrete/panfleto, yerba/discurso compro-metido, moralina guevariana/minas-ricas-de-otras-carreras y cosas similares. En ambos casos la situaciones que acaecerán serán similares. A entender, proliferarán por los fríos lugares en donde se realizan los eventos, todo el mundillo de la u, es decir todos los jugosos que no se pierden oportunidad de aparecer en cualquier lado y en cualquier ocasión. Este mundillo, conocido también como fauna, será el cliente habitual de la improvisada barra, ubicada preferentemente al fondo, en donde la prolífera carta tendrá como preferancias (o sea nada más que) pílsen, regularmente baltica o escudo o ambas, incluso en algunos casos he visto doradas venderse como pan caliente y para paladares refinados vino de bidón plástico calentado a fuego rápido con naranjas amargas y azúcar, si la cosa anda bien se le agregara una escuálida rama de canela. Como menú principal, la cocina criolla, por cien pesos o menos podrá llevarse una sopaipilla (sopaipa para los ávidos lectores) remojada en aceite de motor usado aderezada con crema de de ají de donde sabe quien salió. O la nunca bien recetada empanada de cebolla (pequen, para los más viejos), fría y dura como las rocas.
Como al estomágo y al higado le hacen faltan razones para maltraerse, se moldea un escenario hecho de nada y mesas y sillas, un microfono y dos parlantes. Por esta concha acústica, sortearan la acidez de los espectadores toda suerte de cantantes de micro, de trovadores penosos y quejones, bandas de bombo, zampoña y canción combatiente, bailarinas de danzas extrañas y conjuntos de rock de nombres extraños, por no decir sesudamente estúpidos como "Afeitando la Comadreja", poetas que no se escuchan, payasos tristes , etc, etc, etc. Los espectaculos mencionados salen con puntualidad inglesa tres horas más tarde de lo programado o difundido en los afiches de difusión, difución hecha con tempera y papel por kilo. Los parroquianos durarán muy poco sobrios. La fiebre bucal, también conocida como calentura de hocico, hará estragos entre quienes osean pasar la velada, beberán todo, absolutamente todo lo que le pongan por delante, independiente de lo que sea, independiente de la afección que tal o cual trago les producirá en la mañana próxima, todo se tomarán, vaciarán vasos plásticos, botellas, garrafas, ollas y ceniceros. Mientras el hecho (la ebriedad) se consume y ya con el hecho consumado, bailarán al ritmo ecléctico de las números artísticos antes mencionados. Hablarán de profundidades ideológicas, de claves para mejorar la economía, filosofarán acerca de los alcances y efectos directos y colaterales de todo tipo de ciencias, teorías y drogas que prueban, probaron, probarán. Los románticos buscaran el amor cortejando doncellas de promociones más jóvenes utilizando un discurso pseudomaduro acerca de los compromisos y los roles de cada cual en su especialidad o del papel a jugar por quienes se decidan a decidirse para que otros decidan, mientras el show nadie lo escucha o lo mira. Ya entrada la madrugada y ya todos ebrios y fumados comenzará el último número de la noche, consistente en la pelotera de quienes no querrán irse por nada del mundo. Los borrachos (esos seres mitad angel, mitad demonio y mitad pez) querrán tomar lo que no queda y los románticos querrán besarse hasta que no les quede labios o lengua y/o los borrachos románticos no se irán hasta que la chica a la cual observaron toda la noche o hablaron etílicamente toda la noche, no se vaya. Los organizadores, los que queden sobrios, se jurarán jamás repetir la experiencia, nunca más en la vida se dirán unos a otros, pelearán con aquellos que prometieron ayudar y que yacen dormidos en una mesa, harán caja, contando una y otra vez la plata hasta que llegarán a la conclusión que todo el esfuerzo les valió la suma de 15.000 pesos, más varios dulces, cansancio y la sabiduría de un experiencia que no volverán a repetir.
El sol comenzará a salir y esta humilde estudiante, se preguntará porque malgastó dos lucas en ver como nos destruimos, de a poco, así como humanamente.